Repúblicas Bálticas
Comparten geografía e historia similares pero culturalmente su referente más cercano es Finlandia, aunque estuvieron separadas por medio siglo de gobierno soviético.
En
Lituania
hay parques de esculturas y museos interactivos para quienes deseen ahondar en la historia reciente de Lituania; exposiciones y espacios de arte moderno, y discotecas en las ciudades y la costa para los que busquen algo menos cerebral. El abundante ocio urbano se combina con las raíces paganas, la energía inagotable y el espíritu rebelde de Lituania.
Quienes busquen un destino europeo no demasiado conocido encontrarán en Letonia el estímulo perfecto para los sentidos. A esto hay que añadir los pinos del valle del Gauja, salpicado de castillos en ruinas, las bulbiformes cúpulas catedralicias que surgen por todo el país, el meloso pop ruso retumbando en las playas, y la sal de Riga, chispeante nexo cosmopolita de Letonia y capital no oficial de todo el Báltico.
Con una confianza recién descubierta, Estonia enamora a Europa. La capital, Tallin, atrae a muchos viajeros por su cautivadora combinación de encantos nórdicos y de Europa oriental. Sus parques nacionales invitan al esparcimiento y sus pintorescos pueblos evocan un aire histórico atemporal.