Polonia
Elegantes centros medievales como Cracovia y Gdańsk le disputan a la activa Varsovia el favor urbano del viajero. Fuera de las ciudades, bosques, ríos y lagos incitan a disfrutar del aire libre.
A los interesados en la historia de la II Guerra Mundial no les faltarán alicientes, y son omnipresentes los monumentos y museos dedicados a sus batallas y a la supervivencia nacional.
Fabulosos castillos medievales y evocadoras ruinas jalonan cimas en todo el país, y las espléndidas fortalezas de ladrillo rojo de los Caballeros Teutones se alzan en el norte, a lo largo del Vístula.
Iglesias de madera se ocultan entre los Cárpatos, y las destrezas de los habitantes de las tierras altas quedan patentes en los numerosos skansens (museos etnográficos al aire libre).
La cocina polaca gira en torno a ingredientes autóctonos como el cerdo, el repollo, la remolacha y las cebollas, combinados y preparados con maestría.
Lejos de las grandes urbes, Polonia destaca por su belleza natural. Buena parte del país lo conforman grandes extensiones de llanuras, si bien la frontera al sur está alineada por una cordillera poco elevada pero encantadora que invita a pasar semanas de espléndida soledad.