Myanmar
Este extraordinario país, con un paisaje dominado por pagodas doradas y por la tradicional resistencia asiática, empieza una era más democrática.
La relajación de la censura ha propiciado una explosión de nuevos medios de comunicación y una asombrosa sinceridad en los debates públicos sobre temas antaño tabú.
Sus habitantes se desplazan en trishaws y, en las zonas rurales, en carros tirados por caballos. En sus numerosos salones de té tradicionales se perpetúa con pasión esa costumbre colonial británica.
Explorar un país con más de 100 grupos étnicos es casi como adentrarse en las páginas de una revista de National Geographic de 1910.
En todas partes se ven hombres con longyi (parecido a una falda), a gentes de ambos sexos maquillados con thanakha (un cosmético tradicional), y abuelas que mastican betel.
Y es que, a pesar de todos los trascendentales cambios, en el fondo Myanmar sigue siendo una nación rural de valores tradicionales.